El universo Inka

La ciudad de Cuzco, por ser la principal de todas donde tenían residencia
los señores, es tan grande y tan hermosa que sería digna de verse aún en España.

—Pedro Sancho de la Hoz, secretario de Francisco Pizarro, 1534

  • Más

    Distrito de Paratía, Perú, 2014. Foto de Doug McMains, NMAI.


    Cerrar
Expansión

Un Camino para la religión

  • LENGUA
    QUECHUA
  • Más

    Seleccione palabras resaltadas oírlos hablan en quechua.


    Los Inka hablaban quechua, lengua que aún se usa en los Andes.

    Cerrar


El culto a Inti, el sol, fue la fuerza propulsora de la conquista de los Inka. Los Inka asumieron la misión de impartir la verdadera religión al resto del mundo, en tanto los recursos naturales de los territorios conquistados aseguraban generosas ofrendas para Inti. El Qhapaq Ñan permitió que esta misión sagrada fuera posible.

El oro, la plata, el mullu (concha Spondylus) y ciertas formas de cerámica fueron elementos muy sagrados para los Inka.


Ushnus—altares al sol

Los ushnus eran plataformas de piedra que servían como altares para adorar a Inti, el sol. Los Inka los construyeron a lo largo del imperio para confirmar su autoridad sobre el territorio conquistado.

Desde la plataforma superior, un sacerdote ofrecía una bebida ceremonial al Inti—usualmente a'ga (chicha o cerveza de maíz)—y vertía el líquido para devolverlo a la Pachamama, Madre Tierra.


El Shapa Inka y su corte

El Shapa Inka (gobernante) era considerado como un dios. Su paso por el Qhapaq Ñan, lo sacralizaba.

Cuando el Inka viajaba, el estado inkaico se manifestaba en todo su esplendor. El séquito sumaba cientos de personas, incluyendo cantantes, bailarines, guardias, guerreros y sirvientes.

Apachetas—Ofrendas para un viaje seguro

A lo largo del Qhapaq Ñan se hallan espacios sagrados llamados apachetas, que son pequeños montículos de piedras. Los viajeros dejan ofrendas para agradecer al camino, a la Pachamama, Madre Tierra, y a los apus (dioses de la montaña) por protegerlos durante su jornada.

Las ofrendas en las apachetas podían consistir en objetos simples como una pequeña piedra o algunas hojas de coca, o ser objetos sumamente sagrados como mullu (conchas Spondylus) o estatuillas de oro y plata. Hasta el día de hoy, los habitantes de los Andes llevan consigo elementos para dejar en las apachetas.